Problema
Durante mis dos años como Director General en Techstars, tuve la oportunidad de presenciar de primera mano cómo personas extremadamente ocupadas organizan su tiempo.
Techstars se basa en un sistema de eficacia probada para ayudar a los empresarios a centrarse en lo que mueve la aguja. Cada semana, cada CEO de la clase define objetivos para su empresa. Algunos los llaman "grandes rocas", otros metas. No importa, siempre que sean elementos claramente definidos que puedan completarse en una semana.
Lo que me sorprendió es que, semana tras semana y año tras año, todos los directores generales de todas las clases caían en las mismas trampas.
Básicamente, empiezan la semana definiendo los objetivos de la misma. A medida que transcurre la semana, conocen a personas (mentores, inversores, etc.) que les presentan a otras personas que consideran que podrían serles útiles. El empresario se pone en contacto con estas nuevas personas y concierta reuniones, aprovechando el primer tiempo disponible.
Antes de que te des cuenta, la semana ha pasado y es hora de revisar el trabajo que cada equipo ha sido capaz de realizar para mover la aguja que habían definido anteriormente.
Y cada vez el resultado era el mismo: el 70% de los objetivos predefinidos no se habían cumplido.
Lo interesante es que, sabiendo que los objetivos definidos al principio de la semana eran los que tenían más probabilidades de repercutir en la marcha de su empresa, la mayoría de los Directores Generales decidieron dar prioridad a reunirse con alguien sin ninguna garantía de que ello diera algún resultado.
El problema viene principalmente del hecho de que todas las reuniones acaban automáticamente en tu calendario porque así es como se programan. Sin embargo, las tareas que defines como prioritarias no reciben la atención que merecen porque suelen vivir en otro sistema: herramienta de gestión de proyectos, pegatinas, una hoja de papel u otro.
Escenario
Es martes por la mañana y tienes un poco de tiempo. Decides revisar tus prioridades de la semana.
De lejos, tu principal objetivo es redactar un borrador para una futura colaboración. Al evaluar rápidamente la tarea, calculas que te llevará unas 3 horas. Empiezas a preguntarte si deberías empezar a trabajar en esta tarea de inmediato.
También te das cuenta de que una de las tareas de la semana anterior no se ha hecho. Reflexionando rápidamente, te das cuenta de que no es tan importante como antes, pero que estaría bien que se hiciera.
¿Qué haría usted con esas dos tareas?