Trabajo en profundidad
El término trabajo en profundidad procede del libro homónimo de Cal Newport.
La idea que subyace al trabajo en profundidad es entender cómo funciona el cerebro cuando se realizan sesiones de trabajo largas y concentradas.
Las investigaciones han demostrado que el cerebro tarda una media de 20 minutos en alcanzar un estado de concentración. Por eso las interrupciones son tan perjudiciales cuando se está en pleno flujo.
Dado que el trabajo en el siglo XXI se basa en la colaboración, el número de distracciones ha crecido exponencialmente. Si a esto le añadimos la creciente cantidad de contenidos que se pueden consumir en línea a través de diversas redes sociales, tenemos una receta para el desastre.
El objetivo es, por tanto, contraatacar. Siempre que estés concentrado, tienes que hacer todo lo posible para permanecer en este estado mental, denominado estar en el flujo.
Se han tratado muchas tácticas, desde apagar el teléfono o ponerlo en modo avión, hasta desactivar todas las notificaciones, bloquear el acceso a sitios web que distraen, hasta decir a todo el mundo con el que trabajas que estás fuera si eso es lo que necesitas para concentrarte un día entero.
Recuerda también que dispones de una cantidad finita de energía a lo largo del día y que debes utilizarla para trabajar en profundidad. Si tienes la costumbre de consultar el correo electrónico, Twitter o LinkedIn a primera hora de la mañana, ¡deja de hacerlo!
Decide lo que quieres conseguir hoy y ponte a trabajar a primera hora de la mañana, si puedes. Te aseguro que te sentirás como un héroe en cuanto empieces a marcar casillas. Y el resto del día parecerá lleno de oportunidades.
Del mismo modo, muchas personas ocupadas consultan su correo electrónico cada 30 minutos aproximadamente. Cada vez que vuelven a su mesa, desbloquean el ordenador y consultan el correo electrónico. Es un comportamiento destructivo. Si eres adicto a esto, intenta imponer algunas reglas (con o sin la ayuda de aplicaciones/extensiones) para comprobar los correos sólo una o dos veces al día.
Técnica Pomodoro
Una técnica que ha demostrado su utilidad y que gusta especialmente a las personas que necesitan saltar de un tema a otro sin perder la concentración.
Todo empieza con una lista de tareas que quieres completar durante el día.
La técnica Pomodoro consiste en seleccionar la primera tarea y programar un temporizador de 25 minutos.
Una vez fijado, debes trabajar en la tarea sin interrupción hasta que se acabe el tiempo. Después, tómate un descanso de 5 minutos para reponer fuerzas y repite el proceso.
Este método es eficaz porque la duración de la concentración es corta. Sabiendo que sólo durará 25 minutos, tu cerebro está mejor equipado para prever los obstáculos y, por tanto, idear un plan para lograr lo máximo posible en ese plazo.
Principio de Pareto
La técnica Pomodoro descrita anteriormente es tan eficaz porque te obliga a actuar con rapidez. Si el elemento en el que estás trabajando es bastante grande y no cabe en el plazo de 25 minutos, te verás obligado a hacer una primera pasada para definir los contornos de la solución.
Esto es exactamente de lo que trata el principio de Pareto, también conocido como la regla del 80/20.
Esta metodología es absolutamente crucial cuando se trata de artículos de gran tamaño. Lo mejor suele ser dividir y vencer, es decir, dividir un elemento grande en tareas más pequeñas.
Por la misma razón explicada anteriormente, ayuda al cerebro a encuadrar el problema e imaginar una solución con mayor facilidad al tiempo que prevé el final, lo que aumenta la motivación.
Por ejemplo, si tuvieras que preparar una presentación, empieza por definir la historia que quieres contar escribiendo el título de cada diapositiva junto con los puntos clave a destacar. Durante otra sesión de trabajo en profundidad, podrías hacer otra pasada y profundizar más, afinando cada pieza con más detalles.
Puesto de trabajo
La mayoría de la gente tiene varias pestañas abiertas en el navegador.
Algunas de esas pestañas contienen contenidos que quieres consumir más tarde, mientras que otras son servicios que utilizas habitualmente y a los que necesitas acceder con frecuencia y rapidez.
Estos servicios suelen incluir su cliente de correo electrónico, su calendario, tal vez su herramienta de gestión de proyectos y, muy probablemente, sus servicios de chat, tanto personales (WhatsApp, Telegram, etc.) como profesionales (Slack, etc.).
El problema de tener este tipo de servicios en el navegador es que, cada vez que lo utilizas para trabajar, tu atención se dirige automáticamente hacia ellos. El impulso de comprobar si ha ocurrido algo nuevo, si se necesita tu ayuda, etc. es demasiado fuerte para resistirlo.
Una táctica consiste en agregar todos esos servicios en una herramienta similar a un navegador que viva lejos de tu navegador, por ejemplo en otro espacio de trabajo de tu ordenador de sobremesa.
Al centralizar los canales de comunicación y los servicios que generan muchas notificaciones en una sola herramienta, es menos probable que tropieces con ellos, te distraigas y pierdas la concentración.